martes, abril 10, 2012

Día 10: De Oulu a Rovaniemi (220 Kms)




En este viaje por Laponia  podía elegir entre dos horarios. O coger los autobuses a las 6 de la mañana y llegar a las 11-12 a los sitios o cogerlos a las 11-12 y llegar a los sitios a las 5-6 de la tarde. Aunque con mi "Jet Lag" podía haber hecho perfectamente el primero prefiero hacer el segundo con la esperanza de adaptarme al horario durante el viaje e ir un poco más tranquilo. Además, si llego demasiado pronto igual no me dejan acceder a mi cuarto hasta más tarde.
Así que hoy me despierto a las 6 para variar, hago cosas del blog y las fotos y bajo al mercado para desayunar. Empiezo biern, después de salir de un super me desoriento, cosa no muy habitual en mí cuando viajo (en casa es otra cosa), y cuando me doy cuenta vuelvo a estar en la estación del tren. ¿Qué ha pasado? ¿Se me ha estropeado el mapa mental? Debe de ser el cansancio o lo poco que cene anoche.
El sol ha desparecido, se ha convertido en una mancha luminosa sobre un fondo gris. 


Cuando llego al mercado veo que la memoria me ha jugado una de las suyas y he confundido el mercado de Kuopio con el de Oulu. El de Kuopio tiene una cafetería en el centro con un espejo, donde en el 2007 me hice un autorretrato (lo tengo en flickr) y me hacía gracia repetirlo. No es que entonces saliese muy guapo y seguro que ahora, con menos pelo y más arrugas aun me iba a parecer menos a George Clooney, pero me había hecho a esa idea. Cosas mías.


No hay apenas pastas y pido solo café (voy a acabar mal). Luego descubro que la cafetería del otro extremo está llena de apetitosas pastas de frutas pero ya no tengo animo de tomarme otro café.
Como decía, el día es frío y gris, una pena con lo bonito que estaba ayer, pero aun así aun hago algunas fotos antes de ir a coger el bus. La isla de Pikisaari está cerca del centro y hay una casa de madera que me fascina.



La estación de Oulu es acogedora e incluso no es mala opción ir allí a comer. Antes de llegar me llevo un susto porque está al lado del tren y al pasar confundí un tablón de anuncios de uno por el otro. Por supuesto los horarios no coincidían en absoluto.
Mientras espero que llegue, ya en el exterior, empiezan a caer volvas de nieve. En el termómetro de enfrente pone que estamos a +2. Confiemos que la cosa quede aquí.
Al llegar el autobús vuelvo a sentarme al lado del conductor y vuelven a echarme, es mi destino. No había ningún circulito de reserva solo un paraguas. Sube una mujer y me suelta una parrafada y me hace señales de que me vaya, que es su sitio. Como parece muy segura y yo no entiendo nada de lo que me dice me voy al asiento de atrás que tampoco esta mal. Juraría que la parrafada me la ha soltado en ruso y efectivamente, son tres matrimonios de jubilados rusos. Igual han visto mi gorro y han pensado que los entendía. De todas formas no me ha gustado mucho el tono como me lo ha dicho. O me ha dicho algo en plan de coña o en plan borde. A sus compañeros les ha hecho gracia pero yo me quedo un poco mosca.
Enfilamos hacia Oulu.



El autocar lleva un display con la temperatura exterior, muy util aquí para que no te de un yuyu al bajar y te encuentres con un -20º. De momento se mantiene en +3 y +4º.
La gasolinera que más abunda y la más moderna es la ABC y la gasolina de 95 octanos está en 1.7 el litro, variando los decimales segun lo alejados que estén del mundo civilizado. He visto incluso una gasolinera de madera. Ya vi y fotografié una en el 2007 así que no era una excepción.
Empieza a caer una fina nieve y hago un par de fotos de una chica que, como es habitual aquí, está esperando impasible en una parada. Cuando reviso la foto para ver si he pillado la nieve cayendo me quedo parado.




¿No?


¿Todavía no?


¿Y ahora?.


Resulta que sin quererlo he pillado una foto digna de la colección de invierno del Corte Inglés. La foto es preciosa y la chica es o podría ser perfectamente modelo. 
Cerca de Kemi, una ciudad importante del golfo de Botnia, en la frontera ya con Suecia cogemos un tramo de autopista que nos llevará hasta su desangelada estación en mitad de una buena nevada. Parada de 15' y vuelta a la carretera. 


En cuanto salimos de Kemi volvemos a pillar nuestra querida carretera nº 4 y hacia Oulu. Cada vez hay más tramos con el limite a 100 que el conductor acomete sin complejos.
Aquí los árboles que más abundan son los abetos, los pinos casi han desparecido y los abedules han descendido pero aguantan.
Los bosques se alternan con pequeños prados en medio de los cuales hay cabañas muy básicas que parecen vacías.


Es posible que sean leñeras pero no sé porque las ponen ahí. Hay muchas, casi una en cada prado.
Ya no nieva, pero a unos 50 kms de Rovaniemi, las tejados de las casas y de las paradas de bus tienen sus buenos 30 cms de nieve.




Durante todo el viaje han ido apareciendo señales de "peligro alces", ahora aparece la primera de "peligro renos". O se les han acabado las de los alces o hemos cambiado de fauna mayoritaria.






Llegamos a Rovaniemi y está todo nevado y el suelo lleno de hielo. Como también es una ciudad conocida, cojo mis bártulos y me voy en dirección a donde creo que está el Hotel Scandic (habia una oferta que si no...) o en su defecto el tourist office.
De entrada me equivoco de calle, la del tourist era la siguiente, y el hotel que yo pensaba que era Scandic era el de Santa Claus (si, si, no es coña, se llama así). Pero bueno, enseguida lo encuentro y me dirijo al mejor hotel de viaje.
La recepcionista me mira un poco de reojillo, despues de 5 horas de viaje uno no tiene su mejor aspecto.  Me da una llave magnética y me explica, como si tuviese 6 años, que también sirve para el ascensor. 
Pues allá que voy. Pongo la tarjetita en la ranura y pulso al 3º. Nada. La habré puesto al revés. Nada. Será boca arriba. Nada. Será boca arriba al revés. Nada. Cuando ya estoy a punto de volver con las orejas gachas a recepción para que pedirle que me lo vuelva a explicar pero como si tuviese 4 años. Hago una ultima prueba y nada, pero veo que al sacarla se enciende una lucecita verde. ¡No me jodas! ¡Pues si!. Se pone y se quita como en las habitaciones y luego se aprieta el piso. ¡Madre mía! Entre esto y los grifos de diseño de las duchas de estos hoteles tan selectos me siento como un paleto cada vez que voy. Para cuando me entero de como funcionan ya me he escaldado tres veces o abrasado o congelado los pies.
La habitación no desmerece la fama del hotel, con vistas al interior a través de unos cristales tintados que tu ves pero no te ven. O eso parece, aunque la impresión es que con las ventanas descorridas estás expuesto a las miradas de todo el hotel. Es un poco tipo Hotel Juan Carlos de Barcelona, todas las ventanas dan a un patio interior.


Bueno, pues lo dejo todo y salgo pitando hacia la estación del tren desde donde he leído que sale el bus que lleva al parque temático de Santa Claus. Ya sé que esto llevará a pitorreo y que no servirá de nada que diga que voy por mi ahijado que tiene 6 añitos pero me da igual. Yo a echar la carta a Santa Claus y si puedo a hacerme una foto con él.
Llego tarde y voy lo más rápido que puedo, cojeando, hacia la estación de tren. A pesar de que voy cuidado, se me va un pie y me vuelvo a resentir de la rotura. A la que dejas de mirar el suelo corres peligro de caída.
Paso la estación de bus y estoy bajando hacia la estación cuando veo el autobús que sube. Se me ha escapado por menos de 5 minutos.
El siguiente sale dentro de 45' así que voy hago tiempo en el bar de la estación. 
Cuando llega soy el único que sube. Me siento el "guiri" más "guiri" de todos en un autobús para "guiris".


Para más recochineo salimos y la primera parada es en la estación de autobuses, por donde acabo de pasar, la segunda en otro sitio por el que he también he pasado y otra de ellas está a solo unos 100 metros de mi hotel. En mi folleto ponía solo de donde salía, no que paraba por todo Rovaniemi. He hecho 1,5 kms a la pata coja, con caída incluída, y 45' de espera por el morro.
La aldea de Santa Claus está a 8 kms de Rovaniemi, justo por donde pasa la línea del círculo polar (así matan dos pájaros de un tiro). Pero como no van a malgastar una línea de autobus solo para ver a Santa hacemos un bonito recorrido por la zona residencial y pueblos aledaños de Rovaniemi y tardamos casi una hora. Yo encantado. Ya, extraño, pero es que es lo que me gusta.
Por el camino hemos ido recogiendo y dejando un montón de gente, pero cuando llegamos a la aldea, el único que queda y baja soy yo, "el guiri".
¿Para la vuelta es aquí mismo? -pregunto
- No, es allá arriba -dice el conductor haciendo un gesto genérico.
Bajo y frente a mi hay una casita roja iluminada y adornada con motivos navideños con musiquita.


Aparte de eso me rodea un enorme complejo temático ¡¡¡vacío!!!. ¡¡Está todo cerrado!!!
Deben cerrar a las 5 y son más de las 6.30.
Por supuesto hace un frío que pela y está todo lleno de nieve y hielo.
Entro en la casita que parece una seta y resulta ser la tienda oficial. De Papa Noel ni rastro, los renos de juerga y los enanos estaban en huelga por el convenio colectivo y los recortes. Los precios, como es de suponer caritos y el material no mataba. Así que cojo una postales, un regalito y me voy a ver el resto.
Os imaginais que vayáis a Port Aventura y que esté todo vacío. Pues eso. La línea del círculo polar, en que todo el mundo se hace una foto con una pierna a cada lado, esta desierta y no hay nadie que me la pueda hacer la foto típica (tampoco me la habría hecho pero suena más dramático).


Es como una pesadilla. Sólo en un paque temático vacío. ¿A que da yuyu? Solo falta un asesino en serie disfrazado de Santa persiguiéndome por la nieve.






Al otro lado de la aldea de Santa hay una gasolinera. Antes de entrar me pareció que el bus se paraba por allí y pensé que allí debía estar la parada. Así que, desconfiado que soy, atravieso una carretera semihelada desierta, voy al restaurante de la gasolinera y le pregunto a la camarera si está allí la parada del bus de Santa.


Como si le hubiese preguntado si de allí salían los autobuses para Marte.
- ¿Y no sabes dónde está la parada?.
¡¡Pero si trabajas al lado!!. No me digas que nunca te ha picado la curiosidad y has cruzado la carretera. ¡¡Que aquí no hay nada más!!! ¡¡Que debes de estar hasta el gorro de música navideña!!! Pues no lo sabe.
Pero lo bueno es que vuelvo a la casa de Santa y allí tampoco lo saben.
- Por allá arriba -me dice haciendo el mismo gesto genérico que el conductor.
Pues macho, es el último autobús. Como falle la parada tendréis que dejarme un reno para bajar a Rovaniemi porque yo con Santa no duermo que seguro que ronca.
Al final encuentro dos paradas siguiendo el gesto del conductor. Una está dentro del parque y otra en la carretera las dos bastante arriba. Le pregunto a un empleado despistado que pasa por allí.
- Creo que es la de afuera -me dice nada convencido.
!!Se acabó¡¡. Salgo a la carretera desierta y en cuanto veo asomar el autobus que viene en dirección al parque lo paro. El conductor es otro, un chico joven que para sin problemas, ¡Ves que fácil!, pero he pasado un mal rato. Que la temperatura no está para jugar.
Otra vez recorrido turístico hacia Rovaniemi, pero esta vez bajo muy cerca de mi hotel.
Ya que falla Santa Claus quiero hacer alguna foto de la ciudad aunque sea ya tarde pero hay un fuerte viento que te congela hasta las ideas.
Intento atravesar el puente de Jätkänkynttilä o "Lampara del leñador", cuya luz superior está encendida siempre, pero no puedo del frío y a medio camino me vuelvo hacia la ciudad donde se está mucho más resguardado del viento.



Llega la hora de cenar y estoy harto de embutidos. Junto al hotel hay dos burguers (que ya ves lo variado de mi dieta) . El de toda la vida, parece, y el McDonals. No lo dudo, al autóctono.


El burguer está semivacío, solo una parejita haciéndose carantoñas en un rincón. 
El único problema es que los menús están en finlandés y no hay fotos claras, pero qué es la vida sino aventura. Afortunadamente la camarera me ayuda y me dice que ateria es menú y que los número que hay al lado son los gramos de la carne de la hamburguesa cosa que yo ya había deducido.


Cuando me trae el menú me da un sobresalto. Es como cuando vas al cine pides palomitas, esperas las pequeñas y te ponen las jumbo. Aquí igual pero con las patatas que ademas están especiadas. La mitad se quedan.
Luego quiero hacer unas fotos nocturnas pero de nuevo es casi imposible. Hace viento y no sé a cuantos grados estamos, pero la sensación de frío es tremenda así que unas pocas fotos y vuelta al hotel a descargar las fotos y escribir algo y mañana a Inari.


Esta es la cara que se le queda a uno después del plantón de Santa Claus. Sólo me falta el gorro ruso que no me he quitado en todo el viaje. Esa ranurita del ascensor es la que comentaba antes.