jueves, marzo 24, 2011

Día 23 - Lieja

Me estoy especializando en coger los trenes a la carrera. Este lo pillé por 5 minutos.
Hoy toca Lieja. 2 Horas de viaje.
Circulamos sobre el eje troncal de los ferrocarriles belgas, desde Oostende junto al mar, hasta más allá de Lieja, en las Ardenas. Después de 3 recorridos en uno y otro sentido empieza a resultarme familiar el paisaje o, exagerando, la falta de él. Lo que se ve desde el tren es una inmensa, tranquila y aburrida llanura verde, muy poblada, llena de granjas y pueblos de casitas bajas unifamiliares, muchas de ellas por cierto con paneles solares.
Curiosamente los pueblos se ven siempre desiertos, como mucho se puede ver gente haciendo footing por los caminos.
Pasamos por Gante que me parece mucho mayor que cuando estuve allí. A pesar de tener solo 250.000 htes., es una ciudad muy extensa ya que en los barrios residenciales la altura media de las casas es de 3 pisos.
Como el viaje es largo aprovecho para practicar una nueva habilidad imprescindible para la vida moderna y que no había realizado hasta ahora. La escritura con los pulgares. Es como el escribir a maquina con dos dedos de toda la vida pero cambiando los dedos, y es imprescindible para escribir a una cierta velocidad en los smartphones. La juventud ya lo domina como si nada. Estamos dando un gran salto en la evolución, estamos agilizando nuestro pulgares.
A partir de Leuven (Lovaina), el paisaje se anima y aparecen las primeras ondulaciones del tereno, debemos de estar aproximándonos a las Ardenas. El tren por desgracia, cuando circula paralelo a la autopista lo encajonan entre dos taludes y no se puede ver nada.
Aquí las propiedades son enormes. En un sembrado veo varios ciervos, eso quiere decir que bosque hay, escondido, pero alguno debe de haber.
Lieja está en el primer amago de valle que me encuentro en Bélgica, con montañas y todo.
La estación es de Calatrava. Impresionante.

Es como una catedral pero con un uso diferente.
Se recomienda ir al lavabo en el tren porque en la estación te cobran ya 0,40€.
La estación de Guillemins está un poco alejada del centro. Justo al salir de ella se puede comprar un bono de bus por un día (recomendado), por 3.20 €.
El bus nº 1 me lleva hasta la parada de Sant Lambert. Un poco antes puedes bajar para ver la catedral pero ni se ve desde bus, ni hay ninguna parada con ese nombre, así que hay que acertarla.
Bajar en la parada de autobuses de Saint Lambert, es hacerlo en una mezcla de Ramblas, Pigalle, Estación del Norte y el Raval . La multiculturalidad es apabullante y algunas pintas que se ven (como en todas las estaciones mediterráneas), son para echar mano a la cartera y cerrar bien las bolsas. Aquí se juntan las paradas de muchas líneas de bus, con el inicio del centro histórico y un parque urbano duro, como el de la plaza de Sants, donde se juntan los skaters, la gente ociosa, los vecinos, los turistas y los descuideros. Un caos.
Me pilla completamente por sorpresa y me siento como un boquerón en un estanque de tiburones. Esto deben de sentir los turistas cuando llegan a Barcelona y se meten por las Ramblas.
Cuando no encuentras rápido el Tourist Office y este está en el propio nucleo histórico acabas dando más vueltas que un tonto. Y lo normal es que luego tengas que volver sobre tus pasos, con toda la información, y veas 2 veces todos los monumentos.
Y es justo lo que me pasa. En el Tourist Office, a uos 200 metros del museo Curtius, un empleado muy simpático, en español, me da todo tipo de información sobre la ciudad y lo que merece o no visitar. Se nota cuando a alguien le gusta su trabajo y para el turista no tiene precio, te abre la ciudad y te ahorra muchos paseos inútiles.
De algunos de los monumentos ni siquiera he sido consciente como el Perron de Lieja.

Se trata de una fuente coronada con un perron que es un conjunto de las tres graciasd que sostienen una piña de pino sobre la que erige una cruz y simbolizaba las libertades del pueblo de Lieja. Fue llevada a Brujas como humillación por Carlos el Temerario en 1478 tras una revuelta, pero más tarde sería devuelta por su hija.
También me topo con la iglesia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. De estilo barroco con el escudo de armas del príncipe obispo Maximiliano Enrique de Baviera en la fachada.

Pero lo mejor es la Iglesia de Saint Barthélemy.

A la ida solo la vi por fuera el del Tourist me informa de que en esta iglesia está la que se considera como una de las 7 maravillas de Bélgica. Un baptisterio de bronce del siglo XII, excepcional por su técnica, belleza y perfección.


Al otro lado de la plaza a la que da la iglesia se encuentra el GranCurtius, museo con el nombre de un famoso comerciante de munición de Lieja del siglo XVI y tiene una gran colección de armas, arqueología y otras exposiciones. Creo que valía 5-6€ la entrada pero no había tiempo.
Después sigo el camino sugerido por las calles del nucleo histórico y me encuentro con la subida a
a la montaña de Bueren. 374 escalones con bancos en medio para descansar.

Yo me acabo de dar un golpe en el muslo contra un poste anti-coches por mirar por la cámara y no por lo ojos y decido pensármelo un poco más.
Un poco más allá, siguiendo la calle Hors-Chateau, me encuentro con el convento de las ursulinas y una combinación, como mínimo discutible de lo antiguo y lo moderno.


Sigo sobre mis pasos y voy a dar con lo que podemos considerar la entrada del nucleo histórico, junto al perron, y donde se acumulan las terrazas y cafés.
En una veo "calamares a la catalana" y decido que es buena hora para comer y saber como demonios son esos calamares. Pues bueno, son guisados con tomate y un poco picantes. Me ponen 5 anillas contadas en una cazuelita del tamaño de un cenicero, pero claro, por 5€ que más podemos esperar. A euro el calamar. Suerte que me ponen doritos para picar y no tengo mucho hambre.
Vista lo copioso de la comida, decido ir a la ciudadela, encima de la montaña de Bueren pero en autobus. antes paso por la plaza de Sant Lambert, donde resulta que tremendo edificio que vi al bajar del bus es el palacio de los obispos. Ahora creo que es el Palacio de Justicia. Ahora veo la plaza menos hostil y como es norma, está llena de gente sentada o tirada en el suelo.
La vista desde la montaña de Bueren no es precisamente la de Salzburgo pero nos sirve para tener una idea del tamaño y forma de la ciudad. Desde aquí, la estación de calatrava parece una manta blanca.

En esta montaña está situada la ciudadela y el hospital y es zona de recreo y paseo para los habitantes de Lieja.
Sólo me falta ver la catedral (de lo que tenía previsto) y que mejor que coger junto al hospital el autobús que pone Catedral. Después de más de media hora de dar vueltas por la zona alta de la ciudad tengo una certeza. O en Lieja hay dos catedrales y el bus me va a llevar a donde Cristo se dejó la sandalias o este autobús no precisamente directo a la catedral (en subir tardé 5 minutos escasos). 15 minutos más tarde todavía, veo que bajamos hacia el centro y aunque voy controlando el nombre de las paradas de repente bajan todos y el conductor me da un grito para que lo haga yo también.
Pero bueno. ¿Y la catedral? Pues andando un poco a la buena de Dios la descubro escondida entre unas casas. Menos mal porque yo ya le había echado el ojo a un pedazo de iglesia que se veía a lo lejos encima de una colina.
La Catedral está cerrada ya y sólo la puedo ver por fuera. Frente a ella un plaza rodeada de cafeterias y bares y llena de gente. Mucha animación.

Antes de irme para la estación me da por probar un gofre de canela (veía yo los gofres como muy empalagosos con chocolate y un montón de cosas, que los hay) y lo encuentro buenísimo (el hambre también ayuda). Toma nota mental para seguir probándolos.
De vuelta a Brujas, ya de noche y para rematar la jornada fotos nocturnas al Minnewater, conocido como el lago del amor, sin trípode como siempre (aun no lo he sacado de la maleta igual que el paraguas)


La foto está torcida, todavía no me ha dado tiempo de enderezarla.
Espero que no haya sido muy pesado. Todavía no se muy bien como enfocar la narración de estos viajes.