miércoles, julio 30, 2008

Ljubljana


El tiempo ha ido cambiando y ahora hace francamente calor. Durante el dia subimos hasta 29 grados y por las noches sobran hasta las sabanas.


Sigo sin poder subir las fotos porque en Ljubljana no se vende tecnologia. Estamos acostumbrados en nuestras ciudades a las tiendas llenas de electrodomesticos, ordenadores, televisores, etc. En el centro comercial de Ljubljana eso no existe. Cuando pregunto donde puedo comprar una camara de fotos o un ordenador (ya no pregunto por el cable usb que necesito), encogen los hombros y sueltan un "no se" que ya se ha convertido en una cantinela para mi. He tenido que ir a la ofina de turismo y me han remitido a dos grandes centros comerciales que se hayan en la periferia de la ciudad. No me lo acabo de creer. Si alguien monta un negocio de este tipo en el centro, ya no antiguo sino comercial, se forra. No hay competencia.
En mi periplo de busqueda del maldito cable me he pateado todos los comercios de la calle principal de Ljubljana, la slovenska cesta. Acostumbrado al resto de los cmoercios europeos, estos tienen un cierto aire inocente. Mucha ropa, de marca (las jovenes van todas con su camiseta de Mango o Zara) y mucho articulo de cocina, pero del tipo ollas, satenes, espumaderas. Mas parecidas a la tienda de mi pueblo que a la de una gran ciudad. Supongo que todo sera cuestion de tiempo.
Ayer fuimos a cenar al centro, a la zona peatonal. Alli, los precios son ya similares a los nuestros. Una cena de un plato y una ensalada comun nos cuesta unos 20€ por persona, mientras que en la pizzeria de nuestro Hostel 7€, es decir, casi el triple. La comida estara mejor presentada y nos la servira un encantadora joven con impecable uniforme en vez del cocinero gordo que ayuda a veces a sus camareras, pero no es mejor, es mas, mi plato de calamares a la plancha estaba mucho mejor cocinado y mas sabroso en la pizzeria del hostel. Y es que muchas veces no estamos pagando la comida sino el recuerdo, el de comer en la calle peatonal de Ljubljana a las luz de unas velas. No damos de tanto de comer al cuerpo como al espiritu y eso tiene su precio, como mi ristreto en el cafe Florian de Venecia o mi tarta Sacher en el hotel del mismo nombre en Viena, pequenos placeres a los que no quiero renunciar pese a su exorbitado precio. Ahora tengo uno mas que anadir a la lista y antes de que acabe el viaje anyadire algunos mas.
Tambien volvi a subir al castillo, esta vez en el funicular, y di una vuelta por las diferentes exposiciones del castillo. Algunas, 6 o 7, de las obras de pintura alli expuestas te hacen dar vueltas sobre el concepto del arte y especialmente sobre el gusto artistico del encargado de la muestra. Estas en concreto parecian las exposicion de pintura de fin de curso de un colegio de primaria....