El pabellón, muy pequeño, sobre todo en comparación con el del europeo indoor de stuttgart, parecía el de un polideportivo de un pueblo pequeño. El pasillo de saltos estaba a un lado, separado por columnas y sólo había grada en la zona de meta. Creo que indigno para un europeo, eso sí, acogedor y muy bien acndicionado.
Allí estaban todos, Maria Rosa, Mari Paz, German, Marquina y el resto de los atletas que competían esa noche.
El no tener que competir era una experiencia nueva para mí. Mi lesión en los de España me permitía disfrutarlos sin ningún tipo de presión de los campeonatos, estar en la grada, animar a los compañeros, eso sí, cuando veía los saltos me entraba el mono.
El camino a nuestra casa rural era espectacula,r con la nieve, los caminos estrechos y pueblos semifantasmas que ibamos atravesando en la oscuridad de la noche sin luna. La casa, bien acondicionada, de madera, y el lavabo a 50 mts de la casa, como para ir a medianoche. El frío intenso. La habitación, en la primera planta, compartida, era como una casa de colonias. Dormíamos 4 o 5 en literas repartidas por la habitación, otros pocos abajo.
Finalmente apagamos las luces e intenté dormir. Es increíble el shock emocional que provoca el primer día de viaje, los tengo grabados a fuego en la memoria. En un día pasas de un país, clima y situación a otro completamente distinto. El mecanismo de adaptación, de superviciencia, hace que estés con todos los sentidos alerta.
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