sábado, abril 07, 2012

Día 7 - Jyvaskyla - Día de descanso


Día de descanso (para mí).

Por una vez me despierto más tarde de las 6, concretamente a las 7.30. No es para tirar cohetes pero es un cambio.
Los compañeros ya han ido a competir y decido dar una pequeña vuelta por la ciudad. Hay campeonatos que no tenemos tiempo ni de eso.
Es festivo, hace un buen día de sol y "solo" estamos a -6º, así que hay bastante gente en la calle paseando.



Aquí muchos niños llevan gafan polarizadas para evitar los reflejos del sol oblicuo del norte en la nieve, como ya me advertía Ari. Quedan de lo más divertido. 




Me encuentro con mi buena amiga Chus y bajamos hasta el lago que está completamente helado. Están haciendo la marcha en torno a él. Pregunto si es seguro caminar sobre él y uno de los controladores me hace una señal como de un grosor de hielo de más de medio metro.
Así que animado por Chus me decido a bajar al lago mientras ella se queda tomando el sol. Los barcos están varados sobre la gruesa capa y parecen peces fuera del agua. Se me hace extraño caminar sobre el hielo del lago.




De vuelta doy un paseo por el centro que apenas he podido visitar. Más que nada para buscar sitios para cenar y ver un poco la ciudad.
El tourist office es como una faro para mí. Creo que es el edificio más bonito de la ciudad. Siempre que pienso en Jyväskylä visualizo esta casa.




En el centro hay poco que ver. Hay un par de calles peatonales llenas de centros comerciales multitiendas que se comunican bajo el suelo para que la gente en invierno no tenga que pasear por la calle.
Como es Pascua han puesto un escenario en el centro de la calle peatonal y hay actuaciones espontáneas que tiene bastante éxito entre el público, lleno supongo de amigos y familiares. Frente a ellos hay un tenderete café, té, galletas y una caja para donativos.


El paseo acaba en la iglesia más importante de la ciudad, la Jyväskylä City Church. Está cerrada así que no hay fotos del interior.




Está junto a la parada del bus de modo que aprovecho y me voy a la pista. Hoy tengo masaje precompetitivo. Tengo la espalda fatal.
Después del masaje voy a ver que hacen los compañeros en la pista y tengo ocasión de ver correr a "la Flanagan". La Flanagan es como hemos bautizado cariñosamente a una atleta irlandesa que conocemos desde Aarus. Es una gran atleta, especialista en vallas, a la que vemos en un montón exagerado de pruebas, pentathlon incluída, medallista habitual, pero con una cierta tendencia a hacerse notar de una u otra manera.
Me habían comentado mis compañeros que había montado un número tras una carrera, tirada en la pista, pidiendo oxígeno y, casualmente, llego a tiempo para verle a correr la semifinal del 400. Pero en este caso contó con la inestimable y cómica (vamos a pensar bien) ayuda de un juez. Advierto que que no capte toda la escena y que fue aun más cómico y comprometedor de lo que se ve.
En el grupo que estaba en la grada había división entre los que pensaban que el juez, en su afan de ayudar, digamos que no sabía donde poner las manos por la posición de la chica, y se lo tomaban a cachondeo, y los que estaban indignados pensando que sabía perfectamente donde las ponía y que era un impresentable. Ahí están las fotos, cada uno que saque sus conclusiones.






























En cuanto a "la Flanagan", uno piensa que si acaba así y han de darle oxigeno después de cada prueba, mejor que no le dejen competir por el bien de su salud y si no, que venda entradas porque es todo un número. En cuanto al juez por favor que no ayude, que no sea tan amable y, sobre todo, ¡¡¡esas manos quietas!!!, para evitar suspicacias.
Sergio, tú que acabas de estudiar para juez, ¡¡esto no hay que hacerlo!!!
Después de todo esto, a pesar de que quería ir al hotel a descansar para mañana, me quedo a ver la longitud de M-50, donde un salvaje hace un salto sobre 6.50m y luego me quedo al M-45 a ayudar a Edu, un amigo y ex-compañero de mi club,  con el talonamiento.




Compitió muy bien y quedo séptimo con una gran marca en una prueba de gran nivel.
Después, vuelta a la ciudad a cenar. Hoy vamos a una franquicia finlandesa muy interesante para el viajero con pocos recursos, recomendada en el curso "como ir a Finlandia de turismo y no acabar pidiendo en la calle", la Golden Rax, un bufet de pizzas, ensaladas e incluso comida Tex-mex por menos de 9€, bebida no alcohólica incluída. Si quieres helado de cucurucho de postre un euro más y si quieres cerveza 3,95€ más.
En la caja nos encontramos con un auténtico hombre orquesta. Cobra, repone las pizzas, las hace, frega los platos y para colmo... ¡¡¡habla español!!!. Y yo que pienso que me explotan. 
Es uno de esos muchos escandinavos que han elegido el español como segundo idioma pero se ha ido a Sudamérica a aprenderlo. Como son muy buenos con los idiomas es de lo más divertido ver a uno de estos/as rubios/as hablando con un acento perfecto tipo "Andele mi cuate" o "Esteeee pibe vos sabés...", segun el país donde hayan ido a parar.
Para bajar la cena damos un agradable paseo a -4º que, creerme, aquí es agradable.
En la calle peatonal nos aborda un borracho muy cariñoso que al ver que no lo enviamos directamente a paseo se empeña en explicarlos algo, medio en inglés, que ninguno consigue entender, con menudos ha ido a topar, pero que escuchamos comprensivamente y el pobre hombre se va la mar de contento. Si es que no cuesta nada hacer feliz a la gente.
Ser alcohólico en estos lares es peligroso, ha veces se quedan dormidos en la calle y, si no los ven, mueren congelados. En Austria, uno de estos cariñosos, no duró ni 10 minutos en el centro de Viena, se lo llevó la policía en un visto y no visto.
Nos acercamos a un restaurante vikingo, el Hallstad. Tiene buena pinta pero los precios se nos escapan.
Por último puedo recomendar a quien le guste hacer fotos, la iglesia principal de Jyväskylä por la noche. Está iluminada y es más bonita que de día.


Tampoco nos quedamos mucho porque el frío es cada vez más intenso. Aquí cada noche baja hasta los -14º. Así que volvemos al hotel.
La rutina antes de dormir es siempre la misma: pasar las fotos de la cámara al notebook, escribir al menos el texto del blog y, si no estoy muy cansado, insertar alguna foto aprovechando que los recuerdos todavía están frescos.

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